sábado, 21 de mayo de 2011

LA ARGUMENTACIÓN ES UN JUEGO DE PALABRAS.

LA ARGUMENTACIÓN ES UN JUEGO DE PALABRAS.

Al darle un lenguaje significativo a las cosas realizamos la interpretación, que se  manifiesta al momento en que  la comunicamos y expresamos a los demás.  Pero al comunicarnos debemos hablar el mismo lenguaje, constituido por un conjunto de símbolos, señales o signos que a su vez forman un código.


La interpretación constituye una actividad  racional en la que nos apropiamos de las características del objeto en estudio para asimilarlas formando un concepto de las mismas para poder expresar el significado que han adquirido para nosotros. 

Por otro lado,  el intérprete comunica o expresa a los demás el significado acordado que se le ha dado a algo.

En cuanto al objeto a interpretar señala Tamayo “El objeto por interpretar puede ser un lenguaje o bien (los términos de un lenguaje) En este caso, la función significativa de la interpretación consiste en la incorporación de un determinado significado a ciertos signos, términos o palabras a fin de hacerlos corresponder con determinados objetos”.[1]

Dentro del lenguaje jurídico las principales actividades interpretativas son tendentes  a la aplicación y a la creación del orden jurídico.

Tamayo señala que  la argumentación es un juego, y que el argumento no busca persuadir o convencer, sino establecer una proposición que no pueda ser vencida o refutada, ya que de esta forma nos acercamos a la realidad; en este juego el ámbito espacial están bien delimitado por  los jugadores, y el ámbito material está definido por las jugadas del juego; esto es  lo que hace a la argumentación  diferente a la retórica, ya que en esta se hace necesario que se busquen argumentos que mejor se adapten al auditorio para convencerlo.

Un  argumento adquiere tal carácter en el momento en que no se puede refutar su veracidad, por eso en el juego de la argumentación como en cualquier juego, hay un vendedor y un vencido; quien mejor sustente su posición (pretensión) demostrará el error o la falacia del otro; pues cada argumento tendrá diferente peso y la jugada ganadora será aquella que venza a los demás.

Señala además que debemos tener en cuenta que frecuentemente confundimos la actividad de argumentar con la de debatir o polemizar, ya que parecen ser iguales, pero el polemista se encuentre o no convencido de la idea que defiende, recurre al discurso o a cualquier instrumento para convencer, solo busca la adhesión  a sus ideas a las que llama argumentos.

Ahora bien, los argumentos o razones son la base de la actuación humana, pero también cualquier cosa puede ser una razón para actuar o para abstenerse de actuar, basado en mi deliberación (decisión o determinación) para actuar, ya que si tomo a X (argumento) para actuar o no actuar, esta se convertirá en una razón para mi conducta.





[1] (Martín, R. M. Verdad y Denotación, Tecnos, Madrid, 1962, p. 22)., citado por Rolando Tamayo Salmorán, Razonamiento y argumentación jurídica, el panorama de la racionalidad y la ciencia del derecho, Instituto de investigaciones jurídicas, serie doctrina jurídica número 121, México, 2003.

No hay comentarios:

Publicar un comentario