“La palabra es un espejo de la realidad; con su sonido nos abre la puerta de una imagen que nos dice el estado de las cosas; sus rasgos, sus detalles, incluso aquéllos que nos negamos a ver apartando la mirada o trayendo en su lugar un silencio…”[1]
Desde el punto de vista del psicoanális, la palabra tiene una importancia tan relevante, que Freud y Breuer, dos de los representantes más importantes del psicoanálisis, descubrieron que muchos de los problemas psicológicos podían tratarse a través de la liberación de palabras, que en la mente de sus pacientes tenían un significado profundo y asociado a diversas represiones; descubriendo así el poder de la palabra.
La palabra es un concepto que utilizamos para designar algo, y cada palabra representa una cosa; aunque puede tener varios significados, le damos sentido y ubicación a través del análisis del contexto. Podemos utilizar la palabra para expresar emociones, significados o sentimientos, y también la usamos para desvirtuar otros significados, es la forma más eficaz de representar una idea.
Los signos y los símbolos son fáciles de interpretar, ya que su significado es más general y su representación gráfica es única, sólo se puede interpretar en limitados contextos, mientras que las palabras tienen muy diversos significados, ya que dependen del lugar en que se dicen, de las circunstancias, del contexto e incluso en el tono en que se pronuncian.
El lenguaje es una construcción de signos, símbolos o palabras que usamos para expresar nuestros pensamientos o ideas. El lenguaje técnico, a diferencia del lenguaje común se emplea para comunicar hechos o fenómenos específicos.
El lenguaje culto-jurídico, por ejemplo es utilizado por personas instruidas en la ciencia jurídica, y se caracteriza por una riqueza característica en el vocabulario, la pronunciación correcta y adecuada, y la utilización de mensajes con orden lógico.
Sin embargo, a pesar del uso correcto del lenguaje, dentro de la ciencia jurídica surgen controversias respecto a la forma de interpretar una determinada norma, ya que existen algunas palabras o verbos rectores a los que se les da una diferente acepción. Surgiendo así los problemas interpretativos como la laguna, antinomia e indeterminación.
En este sentido la laguna sucede cuando ninguno de los enunciados normativos de todo el sistema jurídico contempla el hecho controvertido. La antinomia sucede cuando existe un enunciado que se controvierte con otro.
Mientras que la indeterminación surge cuando existen dudas acerca del significado que hay que darle al texto normativo.
Para solucionar este tipo de problemas, se debe ampliar el campo de aplicación de un enunciado (llegando a los principios si es posible); en el segundo caso se puede optar por el significado que en lo posible se adecue mas a la realidad, y por último, en el caso indeterminado, se debe justificar el significado normativo y la decisión que va a tomarse en el caso concreto.
De tal manera que al aplicar la ley, los jueces deben ajustarse al sentido o propósito intrínseco de la norma, tratando de entender la palabra o verbo rector sin desvirtuarlo o subjetivizarlo.
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